El bioquímico Rubén Martín ha diseñado unos catalizadores que permiten atrapar gases contaminantes y convertirlos en productos como ácidos grasos que se utilizan en la industria textil, cosmética o agroalimentaria.
El problema que tiene hoy en día la industria química en general es evidente. Todo proceso industrial genera siempre dióxido de carbono. Como científico empecé a pensar que, si bien no podría parar el cambio climático, sí podía aportar mi grano de arena. Revierto el exceso de dióxido de carbono en la atmósfera haciendo productos de alto valor añadido a partir de los gases contaminantes que la industria considera un residuo. Las empresas no son conscientes del valor económico que se puede obtener del dióxido de carbono”.
Licenciado y doctor en Bioquímica por la Universidad de Barcelona, Rubén Martín ha ganado este año el II Premio Fundación Banco Sabadell a las Ciencias e Ingeniería por su visión innovadora y creativa de la catálisis química y sus respuestas a las necesidades de la sociedad en un contexto de desarrollo sostenible.
“Mi línea de investigación se basa fundamentalmente en diseñar varitas mágicas, lo que en terminología científica se denominan catalizadores, que permiten atrapar gases contaminantes como el dióxido de carbono y convertirlos en productos o sustancias de alto valor añadido para la sociedad. Por ejemplo, en ácidos grasos que tienen un impacto primordial en la industria textil, cosmética o agroalimentaria. La catálisis química consiste en acelerar una reacción que de otro modo no tendría lugar o tardaría mucho tiempo en darse”, explica a El Confidencial.
Cuando era solo un niño, Martín preguntaba a los adultos dónde se acumulaba el humo negro que salía de los tubos de escape y recuerda que “decían que se iba pero yo no entendía a dónde. ¡Se tenía que acumular en alguna parte!”. La lectura de un documento que llamaba a paliar los efectos del cambio climático hace ya más de una década fue el desencadenante que le motivó a dedicar su vida a ello.
Los descubrimientos de su investigación, publicados en la revista ‘Nature’, tienen una gran relevancia ambiental pero también económica. Los ácidos grasos son de vital importancia en la industria, con un valor de mercado que alcanzará los 20.000 millones de dólares en 2023. “Hemos conseguido no solo atrapar CO2 de la atmósfera sino también combinarlo con derivados del petróleo para poder hacer ácidos grasos”, celebra. Una doble innovación que “por un lado, aporta una técnica nueva más sostenible y económica para capturar unos gases contaminantes que se acumulan sin límite y, por otro, transformarlos en productos de valor añadido”.
Actualmente, la síntesis de ácidos grasos se basa en la trituración de plantas -extractos, algas, etc.- en enormes cantidades que se extraen mediante un proceso de purificación y refinación. “Esto no es sostenible con nuestro ecosistema”, critica el doctor. Además, “en la mayoría de procesos de catálisis se utilizan metales nobles muy caros que prácticamente ya no se encuentran en la corteza terrestre y se emiten gases muy tóxicos. Nuestro método permite utilizar las materias primas del planeta, como el petróleo y el dióxido de carbono, para diseñar catalizadores sostenibles con materiales abundantes en la naturaleza como el níquel”.
Rubén Martín dirige un grupo de investigación de 17 estudiantes de doctorado e investigadores postdoctorales en el ICIQ de Tarragona. Siguen trabajando para mejorar la eficiencia de sus varitas mágicas pero, por ahora, ya han demostrado que el concepto es viable. Están en contacto constante con varias empresas para implementarlas y “diseñar una tecnología que se pueda introducir en las industrias de forma automática para revertir directamente el CO2 que emiten en sus procesos y obtener un rendimiento económico de los que ellos consideran un residuo”.
Aunque sus hallazgos podrían paliar los efectos del cambio climático, considera que “las industrias tienen que ser plenamente conscientes de que el nivel industrial actual es totalmente insostenible”. Una conciencia que, reivindica, también tiene que tener la sociedad: “Si aumentamos el nivel de cultura científica entenderemos por qué es necesario financiarla. La industria no es quien financia la ciencia. Nuestra sociedad depende de la ciencia y la tecnología y es importante apoyarla”.
Mirando al futuro, aspira a que los resultados de su investigación contribuyan a que “las personas alcancen una mayor conciencia de los recursos del planeta, que son absolutamente limitados. Tal logro implica que, si bien los métodos que diseñamos no son la solución para frenar las emisiones de CO2, de alguna manera ponen en el ojo del huracán este salvaje problema”.
Fuente de la noticia: https://www.elconfidencial.com/tecnologia/ciencia/2018-10-03/cambio-climatico-co2-contaminacion-investigacion-bra_1624229/